Pilares que sostiene el método Son-Rise®
Los padres son el mejor recurso. El amor incondicional de los progenitores, así como su dedicación y su compromiso a largo plazo con el niño, es inigualable, aunque la ayuda de los profesionales también resulta muy válida en el tratamiento. Padres y profesionales son más efectivos cuando actúan con optimismo y esperanza sobre las capacidades y el futuro de los niños, por ello se focaliza en la necesidad de confiar en su potencial.
Un ambiente correcto favorece el funcionamiento del programa. Para contribuir al progreso del niño, es importante crear unas condiciones óptimas para el aprendizaje, motivo por el que muchas familias optan por acondicionar un lugar de su hogar y realizar allí las sesiones. La sitio habilitado debe reducir al máximo los estímulos para facilitar la interacción y el aprendizaje del niño y crear así un clima que despierte la ternura y la armonía entre padres e hijos.
La motivación es clave. Mientras muchas de las modalidades tradicionales para tratar el autismo promueven un aprendizaje a base de la repetición indefinida, Son-Rise® intenta descubrir las motivaciones específicas de cada niño para potenciar su deseo de participar en la terapia y conseguir una atención interactiva más prolongada, que suele comportar un incremento en la retención de los aprendizajes.
Las autoestimulaciones del niño tienen un enorme valor. En lugar de tratar de detener o corregir algunos de sus comportamientos exclusivos y repetitivos, se propone unirse a ellos para crear una conexión que permita incrementar el éxito de la educación inculcada. La participación con el niño a modo de juego dinámico ayuda a tener un mayor contacto con él y lo incentiva a seguir experimentando una mejoría. El objetivo es que los padres puedan disfrutar de sus hijos, pero, sobre todo, que ellos puedan disfrutar de sus padres.
Combinar este programa con otras terapias es efectivo. Son-Rise® ha trabajado con miles de niños con una amplia gama de desafíos y diferencias entre unos y otros, pero ha comprobado que cuando se aplica el programa combinado con otras terapias (intervenciones biomédicas, integración sensorial, fonoaudiología, cambios en la dieta, entre otras) es más efectivo que usado en forma exclusiva.
El potencial del niño es ilimitado. Esto no significa que sea conveniente crear “falsas” esperanzas a sus padres. Aunque no es posible predecir que es lo que cada niño pueda lograr, no es útil para los padres o los niños que alguien decida anticipadamente que cosas no podrá lograr.
El autismo no es un desorden de la conducta. Esencialmente, el autismo es un desorden neurológico en el cual el mayor desafío para los niños es la dificultad para relacionarse y conectarse con los que los rodean. La mayoría de los niños presentan lo que se llama trastorno de la conducta como consecuencia de este déficit de sociabilización. Es por eso que el método Son-Rise® – dinámico, entusiasta y orientado hacia el juego- se focaliza en forma tan especial en la sociabilización y la construcción de relaciones.
Padres y profesionales son más efectivos cuando se sienten cómodos con sus niños, optimistas sobre sus capacidades y esperanzados sobre el futuro. Muchas veces los padres reciben pronósticos que son atemorizantes y negativos. Escuchan acerca de lo que sus hijos no van a poder hacer y nunca van a tener. Ayudar a los padres a focalizarse en su actitud y a mantener el optimismo y la esperanza les ayudará a ver el potencial en sus hijos. Desde esta perspectiva todo es posible. Además, es frecuente que los profesionales comprometidos con sus pacientes no reciban los recursos, la guía y el apoyo que necesitan para ayudar a los niños con los que trabajan. A pesar de las presiones con las que los profesionales deben lidiar es preciso ofrecer a los padres una perspectiva actitudinal única que les permite cargarse de energía y armarse con excelentes herramientas para poder ayudarlos.