Demografía es la ciencia que estudia a las poblaciones humanas de manera estadística, es decir, en base a datos numéricos y cálculos que permiten analizar diversos aspectos como el tamaño, la densidad, la distribución y las tasas de vitalidad de una población.
Los datos demográficos se refieren, entre otros, al análisis de la población por edades, situación familiar, grupos étnicos, actividades económicas y estado civil; las modificaciones de la población, nacimientos, matrimonios y fallecimientos; esperanza de vida, estadísticas sobre migraciones, sus efectos sociales y económicos; grado de delincuencia; niveles de educación y otras estadísticas económicas y sociales.
La demografía estudia fenómenos tales como natalidad, nupcialidad, fecundidad, mortalidad, migraciones, actividad y educación. Estas variables demográficas no son autónomas sino que dependen de condicionamientos socio-económicos y culturales a la vez que tienen una profunda influencia sobre ellos.
Estamos viviendo un especialísimo e irrepetible momento de la historia de la humanidad como consecuencia de la explosión demográfica. La comprensión de las causas de este fenómeno requiere el estudio de algunas variables demográficas, de cómo determinan el tamaño de la población y de porqué muestran diferente comportamiento en diferentes países.
La Demografía estudia el tamaño, la distribución espacial y composición de la población y de las causas que las rigen. En sentido restringido, podría decirse que es la ciencia que tiene por objeto el estudio del volumen, estructura y desarrollo de la población desde un punto de vista cuantitativo.
La ciencia de la demografía no se limita a la medición sino que incluye necesariamente la interpretación y análisis de los datos, las proyecciones y previsiones en base a supuestos que incluyen variables no demográficas. Sin embargo la demografía estadística es el punto de partida del análisis de la población en el que se trata de medir con precisión las magnitudes demográficas.
El concepto de fecundidad se refiere al número medio de hijos que tienen las mujeres. Para medirlo con precisión es necesario delimitar con precisión la variable que queremos medir ya que la cifra que la exprese será muy distinta según consideremos a todas las mujeres que viven en un momento determinado en un país, o sólo a las mujeres fértiles, eliminando las que mueren antes de alcanzar la edad fértil. Podremos estimar también tasas de fecundidad por edades o tasa de fecundidad de cohortes.
Las tasas de natalidad y mortalidad son el resultado de dividir el número de nacimientos o defunciones por la población total. Normalmente se expresan en tantos por mil y por año.
La diferencia entre las tasas de natalidad y de mortalidad indica el crecimiento natural o vegetativo.
El crecimiento demográfico mide el aumento, en un período específico, del número de personas que viven en un país o una región. La tasa de crecimiento demográfico depende, además de la tasa de natalidad, de la tasa de mortalidad y de los movimientos migratorios. La tasa de natalidad depende a su vez de la tasa de fecundidad. La tasa de fecundidad está influida por muchos factores pero el principal es el nivel cultural de la sociedad y especialmente de las mujeres: a mayor cultura, menor número de hijos se tienen. La tasa de mortalidad depende del grado de desarrollo económico y sanitario.
La longevidad es la duración de la vida de una persona. Se mide mediante el concepto de esperanza de vida. La esperanza de vida de un tipo de persona es la media de la duración de la vida de ese tipo de personas.
Los índices demográficos se suelen referir a las cohortes, el conjunto de personas nacidas en un período determinado. Una forma muy habitual de representar gráficamente el tamaño de diferentes cohortes en un momento determinado es la pirámide de población. El análisis longitudinal de las cohortes y las comparaciones entre cohortes son también muy ilustrativas de la dinámica de población.
El aumento de la población mundial en los últimos cien años es el resultado de dos grandes tendencias: el incremento de la esperanza de vida al nacer ligado a la disminución de la mortalidad; lo que por lo general antecedió al descenso de la fecundidad, la cual se mantuvo en niveles elevados durante décadas en varios países del mundo. Si bien la transición demográfica es un fenómeno global, la disminución de la mortalidad y la fecundidad ocurrió a diferentes ritmos y velocidades, configurando un potencial de crecimiento derivado de la estructura por edades de la población. Dicho de otra manera, aun cuando la fecundidad desciende, la población continúa creciendo porque se mantiene un importante contingente de mujeres en edades reproductivas. Como resultado de la compleja dinámica demográfica, los nacimientos continúan superando a las muertes a nivel mundial y la población, por tanto, sigue creciendo, aunque a un ritmo menor.
América Latina y El Caribe se ha caracterizado por una rápida transición demográfica, respecto a otros continentes como Europa, que hizo que pasara de altos niveles de mortalidad y fecundidad en los años cincuenta a bajos niveles en ambas variables demográficas en la actualidad. La caída de fecundidad en la región es, en particular, un evento sin precedentes – si en la década de 1950, las mujeres de la región tenían en promedio 5,8 hijos durante su período reproductivo, en 2024 ese número es de 1,8, cifra que está por debajo del nivel de reemplazo. Sin embargo, la región se caracteriza por una gran heterogeneidad en el proceso de transición demográfica, lo cual se debe a una combinación de factores socioeconómicos, culturales y de acceso a servicios que operan en cada país. Por ejemplo, en 1950, la tasa global de fecundidad en Argentina era de 3,2 hijos por mujer, mientras que en Bolivia era de 6,2 hijos por mujer. Para 2024, estas cifras se redujeron a 1,5 y 2,5, respectivamente. La fecundidad adolescente en la región también ha caído de manera importante en varios países, pero sigue siendo alta con relación a otras regiones del mundo.
El cambio en la estructura por edades de la población, así como la persistente caída de la fecundidad hacia niveles por debajo del nivel de reemplazo, traen desafíos adicionales a los ya existentes en América Latina y El Caribe, dados sus altos niveles de desigualdad socioeconómica y de acceso a bienes y servicios del Estado. Sin dudas, la demografía del presente y futuro es un asunto clave para repensar la construcción de sociedades productivas, inclusivas y sostenibles.